martes, 25 de mayo de 2010

CAMBIO

Los rayos del sol que entran por la ventana son los que hacen que me despierte, abro los ojos, estoy desubicada, una sensación de ansiedad me invade, siento un vacio y sobre todo me siento fuera de lugar, trato de poner todo en orden y de recordar cómo fue que sucedió todo. Bajo de la litera, el reloj marca las 5:45 am, eso explica el porqué tengo tanto sueño, pero no puedo seguir durmiendo, claro que quiero, pero, aquella mujer de uniforme gris que ronda la habitación no me lo permitirá.
No tengo muy claro que es lo que sigue, pero si no mal recuerdo, la tarde anterior cuando mi mamá con lágrimas en los ojos estuvo presente a la hora que nos indicaron el horario, mencionaron algo sobre una hora de estudio, aún no comprendo bien a que se referían con eso, pero tengo la esperanza de que alguna de las demás internas me ayude.
Salir del dormitorio me causo escalofríos, la mañana está fresca y se siente el cambio de temperatura, me encuentro rodeada de niñas como yo, todas parecen espantadas y confusas, claro se nota la diferencia entre las nuevas y las que ya tiene experiencia; avanzo hacia los lavabos, me hace falta una buena peinadita. Camine decidida y fue allí cuando al mirar a mi derecha la ví, era pequeña y daba la impresión de ser tímida, me vi reflejada en ella, probablemente fué por ello que desde el primer intercambio de miradas nos entendimos, me acerque a ella e hice a un lado mi timidez, si iba a comenzar a recorrer ese largo camino, no tenía ganas de hacerlo sola y que mejor que alguien igual a mí para que fuera mi acompañante.
-¡hola!- dije, creo que un poco más fuerte de lo normal, probablemente eso fue lo que provocó que se carcajeara, definitivamente no era tímida.
-¿Cómo te llamas?- preguntó, la respuesta fue automática, el día anterior había tenido que responder esa misma pregunta muchas veces, tantas que al final mi respuesta era instantánea.
-Soy Melisa, ¿y tú?- sonrió y segundos después dijo: me llamo Karla- su nombre no me agrado mucho, pues trajo consigo pequeñas olas de malestar, recordar aquella pequeña niña, que años atrás había conocido, y que realmente no era de mi agrado; pero bueno no todas tenían que ser iguales ¿o sí?
-¿sabes que sigue? No sé mucho del horario de aquí, para ser precisas, estoy desorientada.
Nuevamente volvió a reír, y vi en su rostro cierto alivio, posiblemente fue por haberse percatado que había una interna igual o más perdida que ella. Fue curioso el clic que hicimos, presentía que íbamos a ser grandes amigas, o al menos eso esperaba.
Poco a poco los lavabos se fueron desocupando, que rápido se movían todas, si quería adaptarme para poder sobrevivir definitivamente tendría volverme mas ágil para mejorar el tiempo en el que hago las cosas, normalmente las hago con calma, pero en ese lugar no funcionaria aquello.
El tintineo de una diminuta campana me trajo nuevamente a la realidad, la misma dama del dormitorio se encontraba allí, apurándonos e indicándonos que entráramos al comedor; fue extraña la sensación que sentí cuando pise aquella estancia, por un lado sentí sosiego, al saber que no iba a estar sola y quizá aprendería mucho de cada una de las alumnas, cada una de ellas era tan singular; pero otra parte me advertía que me encontraba en un lugar extraño, que era completamente desconocido.
Alguien volvió a sonar la pequeña campanilla, hasta ese momento no me había percatado que había más de una mujer uniformada, algo en mi interior me decía que las iba a terminar alucinando; una de ellas capto nuestra atención, muy cordialmente nos dió la bienvenida, nos informo de cuáles eran las actividades que seguían, comentó que nuestros horarios estarían colocados cada puerta, para que no se nos complicara saber cuál era el lugar en el que teníamos que estar.
Su extensa plática me aburrió, fueron tantas palabras las que dijo que al final no recordaba siquiera la mitad, pero supuse que no tenía mucha importancia, o al menos para mí no. Permanecimos en la misma estancia, que a propósito era el comedor, mi estomago gruño, tenía hambre, que alivio sentí cuando ví bajar por las escaleras de enfrente, a tres de las alumnas mayores cada una con contenedor, al entrar el olor me llego, era comida, ¡hora de desayunar! anunciaron.
Cada una se sentó, recorrí con la mirada el comedor y me vi una mano agitándose, era Karla, me acerque a su mesa, ya se encontraba sentada con otras 4 niñas, - siéntate- exclamó; le hice caso y tomé asiento. Nos sirvieron el desayuno y comenzamos a comer.
-No estuvo tan mal después de todo, espero que todo el año se vaya rápido ya extraño mi casa- me comentó con un aire de añoranza en los ojos.
-Es el primer día, hoy comienza esta nueva historia, esperemos que transcurra sin ningún inconveniente- finalicé y seguí comiendo.

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